EL PRECIO DE LOS MEDICAMENTOS

 EL PRECIO DE LOS MEDICAMENTOS

Han bajado un puñao de medicamentos para ahorrar gasto farmacéutico a la Seguridad Social o sus sucedáneos autonómicos. Y han esperado a que coincida con las Rebajas de Enero para que en compañía influyan a la baja en el IPC que harán público cerca de las próximas Elecciones. El que no corre, vuela.

 

Hace años presentaron a bombo y platillo los famosos Genéricos -una chapuza de última hora que en nada se parece a la filosofía que los inspiraba- como si hasta ese momento hubiéramos vivido en un constante fraude a la salud de los españoles por culpa de quienes fabrican y venden las medicinas y a partir del cual la salud de los españoles y las arcas del Estado quedaran a salvo de los presuntos especuladores.

 

Como sería muy largo de explicar, les resumo. Da la casualidad que es el Ministerio de Sanidad quien pone (impone por ley) el precio de los medicamentos con arreglo a un baremo que maneja y que, otra casualidad, varía cuando autoriza a diferentes laboratorios a comercializar el mismo producto (misterio ministerial) a distinto precio (misterio de fe). Por esta razón ni el Ministerio de Sanidad ni su Sra. Ministra tienen que buscar tres pies al gato y echarle las culpas a los que hacen y venden las medicinas, pues los precios que tienen son los que ella quiere que tengan, que para eso manda.

 

Para más inri, según estudios realizados por la federación de empresarios farmacéuticos, el ahorro que esperan con esta reducción de precios, pensada hace casi un año y que ponen ahora en marcha para influir en el IPC ante las cercanas elecciones, hace ya varios meses que está superado con creces por el aumento salvaje de uso de medicamentos, consecuencia del funcionamiento irracional de nuestro sistema de salud y del aumento de población atendida, punto que mejor pasamos por alto para evitar suspicacias. Y ante el cantado fracaso estrepitoso de la medida, ya veremos con qué otra solución nos sorprenden dentro de muy poco, aunque la culpa, claro está, será de los que vendemos las medicinas y de los que se las toman.

 

Si de verdad el gasto en medicamentos fuese un problema de primer orden y no una cortina de humo y quisieran reducirlo -con una sola medida podrían hacerlo hasta en un cuarenta por ciento- a un volumen razonable, tendrían que aumentar el gasto en infraestructura sanitaria en muchísimas veces más de lo que quieren ahorrar en medicinas. O sea, que hagan lo que hagan son parches que no solucionan nada y brindis al tendido con el toro en los corrales.

   

Enrero 2004    

 

 

 

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