¿Y SI HABLAMOS DE MUSICA?

Quienes al abrir La Noria por la página diez pensaron que mi discreción del pasado Cangilón era un mutis por el foro ya han tenido tiempo de comprobar que las aguas revueltas es mejor dejarlas ir y que ellas solicas reposen donde siempre lo hacen: en la parte más baja. Digamos que no vale la pena insistir en lo evidente o que cuando falta la gravedad las cosas caen por su propio peso.

"La tolerancia no es indulgencia, la tolerancia es ponernos en la piel de los otros". "Si queremos la paz tenemos que preparar la paz". "La sociedad civil debe descubrir su poder". "La impunidad es incompatible con la democracia". "No estamos en la sociedad del conocimiento, sino en la sociedad de la información".

Estas frases son de Federico Mayor Zaragoza, boticario, Catedrático de Bioquímica de la UAM, ex Ministro de Educación y Ciencia con UCD, ex Secrectario General de Unesco y ahora sólo Presidente de la Fundación Cultura de Paz, por motivos obvios.

Vivimos en la sociedad mediática, término que no sé si es relativo a medio o la síntesis apocopada de una sociedad mediocre y fanática embaucada por una telebasura -expresión sustantiva de la involución de unos medios de comunicación manejados a su antojo por los lobbys- que anestesia al personal y sin la que algunos no serían ni candidatos (Pedro Ruiz dixit).

Y en esta sociedad neodemocrática del siglo XXI, que pretende exaltar la gramática y la aritmética de la democracia, olvidándose de su espíritu, si vas por libre tienes que tener cuidado con lo que dices, mientras que no importa lo que digas ni lo que hagas si dispones de un coro de serafines que conviertan en glorias tus miserias o las escondan tan bien como las célebres ADM iraquíes que movieron a la ONU a ordenar la invasión y al pueblo español a enviar sus tropas, como los que mandan han dejado caer, cual memorizada letanía, con todo su desocupo y sin el menor atisbo de rubor.

Y por tener cuidado, en el Cangilón pasado hablo de fotos, como inocuo recurso, con la confianza y tranquilidad de que así pasaré inadvertido y sin molestar. Lógico, ¿verdad?. Pues no, porque entonces el problema está en lo que no he dicho y sin duda me hubiera gustado decir y en este universal disloque hasta el silencio es susceptible de interpretación semántica.

En resumen: que hablar de fotografía es malo. Vamos, como si hubiera dicho que la foto de Bush II el Magnánimo ofreciendo flores ante la tumba de Martin Luther King deberían aprovecharla para explicar a la Sra. Ministra de Sanidad por qué se ha disparado en el mundo el consumo de medicamentos, cuando si algo verdaderamente imperdonable cometí en mi artículo fue sustrar la afónica hache a las ya depauperadas Hurdes.

Por probar, hoy vamos a hablar de música, a ver si tengo más suerte. Resulta que me compré el disco de Serrat "Dedicado a Antonio Machado" que vendieron con El Mundo para conmemorar la Constitución. Ese disco me lo regalaron unos amigos cuando lo editaron, allá por los 60, pero se me perdió y tenía interés en recuperarlo. Y como unas cosas llaman a otras, recordé entonces a otro amigo que estudiaba arquitectura y en las reuniones siempre cogía la guitarra y cantaba, muy bien por cierto, canciones de Jaques Brel, Leonard Cohen y, especialmente, Serrat. Todas las sesiones acababan con el Ara que tinc vint anys de Joan Manuel, jaleado por la concurrencia.

Ando loco ahora buscando ese disco, pues la letra no tiene desperdicio, aunque está en catalán y muchos no lo entienden ni falta que les hace. Cuando la cantaba Gonzalo –que así se llamaba este amigo que al terminar la carrera en lugar de ponerse a hacer casas y forrarse se dejó coleta para unirse a un Gurú- ponía especial énfasis en esa estrofa de "Vull alçar la veu per cantar als homes que han nascut dempeus, que viuen dempeus i que dempeus moren".

Por continuar con la música y sumándome al clamor popular -de pueblo-, creo que en la cabalgata de los Reyes Magos de este año, que no ha mejorado las anteriores, aparte de las muchas cosas que faltan, sobra la charanga y hay que reservar las furgonetas para llenarlas de juguetes. En cambio, parece que ha gustado el invento –siempre mejorable- de la carpa en esa Plaza de Toros que llaman singular. Menos mal que no la hicieron en plural.

A pesar del cabalgático desaire y muestra de su generosidad infinita, los Reyes Magos han dejado un regalo inesperado que seguro calmará la ansiedad provocada por la consumación de la legítima alternancia en el poder. Según se desprende de sus declaraciones, Antonio Francisco Gómez, que me honra con su amistad y por quien quiero alzar mi voz porque ha nacido, vive y morirá de pie, puede que no sea candidato en las Elecciones Municipales de 2007.

Aunque lamentable, para mí es absolutamente comprensible, dado que no necesitando el cargo ni para vivir ni para realizarse no es fácil encontrar motivos para remar contracorriente y arrastrando alguna que otra ancla por el fondo. Pero todo lo que ganan quienes roban horas a su sueño pensando cómo acabar con él lo pierde Abarán, pues, desde el más hondo respeto a los que legítimamente aspiren a ese cargo bajo cualquier sigla, yo no conozco a nadie que pueda sustituirlo con su preparación, su talante y su idea muy clara de un Abarán del futuro que necesita más de cuatro años -y, por supuesto, mucho más de seis meses- para tomar forma, tras vencer la inercia. Para eso es imprescindible una concentración que no se puede conseguir sin la mínima tranquilidad que le están negando desde el primer día, probable y precisamente para que no pueda desarrollar la capacidad que hasta sus detractores le reconocen.

Sé que mis palabras son intrascendentes y no cambiarán el rumbo de los acontecimientos, pero sé también que, en ocasiones, puede más una palabra de aliento que una algarabía de descalificaciones. Con esa esperanza y porque junto a las demás formen parte del "archivo histórico" que dentro de cien años constituirá esta Noria, las escribo. Se puede tergiversar la realidad, maquillar el presente o difuminar el pasado, pero no es posible confundir a la Historia; porque antes o después aparecerá un Lisón devorador de archivos que encaje el rompecabezas y muestre, desde la distancia, una imagen de lo que fue, libre de intereses y tapujos, que probablemente no será la que yo veo, pero seguramente tampoco será la que nos quieren hacer ver.

 

Febrero 2004

 

 

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