CON PALMAS REPICÁS

Si uno no hubiera leído hace unas semanas el artículo de Javier Marías titulado “Los Caballeros Negros”, a estas alturas estaría, más que  sorprendido, estupefacto de lo que hay que ver y oír .

Algunos propalan la especie de que trece millones y medio de españoles -que constituyen la mayoría absolutamente absoluta de los no silenciosos- somos unos cobardes y damos una imagen cobarde de España. Y todo porque un tal Bush se ha cabreado por no bailarle el agua y temen sus represalias.

Pero esos trece millones y medio de españoles plantamos cara al terrorismo de ETA cuando hacemos nuestra vida normal, a pesar de sus amenazas.

Los mismos trece millones y medio de españoles -usuarios de trenes de cercanías, autobuses y metro, sin  blindaje ni guardaespaldas ni tedax que comprueben que “están limpios” antes de que nos subamos a ellos- que plantamos cara a ese terrorismo radical islamista a cuya sombra quieren apoderarse de las reservas petrolíferas iraquíes y forrarse con la reconstrucción de lo que antes se ha destruido a pepinazos de a millón de usdollars la unidad, siempre que sea reconstruible.

Los mismos trece millones y medio de españoles que, no satisfechos con lo anterior, plantamos cara al hombre más poderoso de la Tierra y a su aberrante modelo de orden mundial, ante quien algunos han clavado la rodilla y, sin sentir vergüenza por ello, vendido nuestra dignidad por un plato de lentejas.

Yo podría concluir este comentario con esa frase de  mi admirado jesuita Anthony de Mello “Alcanzarás la sabiduría cuando no seas arrogante con el humilde ni humilde con el arrogante”, pero, para ser más castizo y cañí y reivindicar esa España nuestra de fandango y castañuelas, crisol de bandoleros y bandidos que siempre lucharon por, para y con el Pueblo contra el insolente invasor, prefiero rematar con la versión libre de una conocida copla, cantada, al ritmo alegre de unas palmas repicás, por un coro de trece millones y medio de voces para que llegue -alta, clara y limpia- a los oídos del más poderoso hombre de la Tierra y sus genuflexivos aliados: “Con las bombas que tiran los fanfarrones, nos hacemos nosotros, ¡chim púm!, tirabuzones”.

La Noria - Mayo 2004